ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 1º de Adviento C


Cuando llegue la Navidad no faltarán lamentaciones. Muchos cristianos dirán que esto no es Navidad… Que lo que celebrábamos antiguamente, ¡aquello sí que era Navidad…!

La respuesta es muy sencilla: una fiesta que no se prepara, sale mal, o no se celebra.

Y eso pasa, como veremos, con la Navidad.

Para prepararnos para esas celebraciones entrañables, comienza hoy el Tiempo de Adviento, que significa venida, llegada, advenimiento.

Se trata de la venida del Señor a Belén y sus primeras manifestaciones.

Pero, si no aprovechamos el Adviento, ¿qué tipo de Navidad vamos a celebrar?

¡Aquí está, pues, la clave de todo!

¡Muchos cristianos necesitan descubrir el Adviento!

Y comenzamos nuestra preparación para la Venida del Señor, recordando y celebrando su objetivo final: su Vuelta Gloriosa, su Segunda Venida, para la que tenemos que estar disponiéndonos siempre, como en un permanente adviento, porque Dios Padre no ha querido revelarnos el día y la hora en que vendrá Jesucristo, su Hijo, lleno de gloria, para llevar a plenitud el Misterio de la Redención y para dar comienzo a la Creación nueva, liberada del mal y de la muerte, transformada y glorificada (Rom 8,20-23).

Así todas las generaciones cristianas pueden tener la experiencia gozosa de vivir y morir esperándole.

El Evangelio de este domingo emplea unas palabras un tanto extrañas para hablarnos del tema: son los géneros literarios, de los que hablábamos el otro día. Éste es el género apocalíptico.

S. Lucas, el evangelista que nos guía este año, nos dice: "Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”. Y nos advierte: "Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra…”

La segunda lectura es preciosa. S. Pablo nos exhorta a vivir de tal manera que, cuando vuelva Jesucristo, el vástago legítimo de David (1ª Lect..), nos presentemos santos e irreprensibles ante Dios nuestro Padre.

¡Entremos, pues, en el Adviento con la ayuda de Dios! Es la única forma de poder celebrar, de un modo adecuado y provechoso, el Tiempo de Navidad.

¡BUEN ADVIENTO! ¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

VISITA AL GRUPO DE VIDA ASCENDENTE DE EL CARDINAL



ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 34ª del T. Ordinario B

Por fin, hemos llegado al final del camino, del Año Litúrgico. El próximo domingo comenzaremos uno nuevo, por el Adviento.
Cuando se ha tomado todo este tiempo con seriedad y responsabilidad, se llega al último domingo con alegría, con gratitud y con una cierta señal de alivio.

La Liturgia centra hoy nuestra atención en Cristo como Rey del Universo. De esta forma, en estas fechas en las que recordamos y celebramos la Segunda Venida del Señor, como comentábamos el domingo pasado, esta solemnidad nos enseña cuál va a ser el final de la historia humana: la manifestación plena y gloriosa del Reinado de Cristo. Reinado que también es nuestro, como escuchamos en la segunda lectura de hoy: “Aquel que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su Sangre, nos ha convertido en un Reino, y hecho sacerdotes de Dios, su Padre…”

La afirmación de Cristo de que es Rey, cuando está ante Pilato detenido, maniatado e imposibilitado, es la prueba más evidente de que su Reino no es de aquí. 

Pero Él es Rey. Lo ratifica ante Pilato: “¡Tú lo dices: soy Rey!” El Hijo de Dios vino a la tierra, precisamente, a iniciar aquí, el Reino de los cielos. Y, los que acogían su Palabra, se iban incorporando al Reino. Los que no la acogían se quedaban fuera. El prefacio de la Liturgia de hoy habla de “un Reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz”. 

Y antes de subir al Cielo, mandó a los apóstoles, y, con ellos también a nosotros, a extender su Reino por toda la tierra (Mc 16,15-17). 

Pero lo primero que se nos pide en esta solemnidad es una firme y decidida adhesión personal a Jesucristo por la fe, la renovación del Bautismo, y la voluntad de perseverar fieles a ese Reino, aún en medio de las dificultades, hasta el fin, es decir, hasta la Vuelta Gloriosa de Jesucristo, siguiendo así el ejemplo de tantos que entregaron su vida al Señor al grito de “¡Viva Cristo Rey”.

Todo esto nos urge también a esforzarnos por extender su Reino, como Jesús nos mandó. De este modo, se hará realidad en plenitud, lo que escuchamos en la primera lectura: “Y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron”. 

A veces, en efecto, nos da la impresión de que Jesús, el Señor, no reina en distintos lugares, personas, instituciones y situaciones de la vida y de la historia. El ritmo de crecimiento del Reino nos parece muy lento…

¡Cuántas gracias debemos dar al Señor porque ha querido compartir con nosotros su Reinado y nos concede la gracia de celebrar hoy esta fiesta tan hermosa!

En medio de las dificultades, que nunca faltan en nuestra condición de peregrinos, le podemos decir este día a Jesucristo, con una inmensa e invencible confianza: “Tú eres el Rey del Universo, tú eres el Señor de la historia. Tú eres nuestro Rey. Tú conoces el corazón de cada uno, tú lo sabes todo. Amén. Aleluya”. 

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

VIDA ASCENDENTE EN EL BARRIO DE LA SALUD

Ayer dia 9 visitamos el Barrio de la Salud, un grupo quiere comenzar a caminar en el  movimiento para vivir la espiritualidad; ya la amistad y el Apostolado lo vienes realizando. 

Bienvenido el buen deseo


ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 32º del T. Ordinario B


¡Dios se fija en nosotros cuando hacemos el bien!

El Evangelio de hoy nos hace esta gran “revelación”.

¡Y nos llega al alma!

Estamos acostumbrados a oír desde pequeños: “¡Te estás portando mal y Dios te está mirando!”

Y es verdad…, pero esto otro también es verdad, y lo pensamos, lo vivimos y lo decimos menos.

Es lo que nos narra el Evangelio acerca de aquella viuda pobre que echa su ofrenda en el cepillo del templo. Jesús no sólo la mira, sino que además, llama a los discípulos para comentarlo, y les hace saber que aquella pobre mujer ha echado más que nadie, todo lo que tenía para vivir.

En situaciones difíciles, hay personas que se abandonan en manos de Dios, a veces, de un modo heroico, diciendo: “Él lo ve todo, Él lo sabe todo”.

Esta verdad que comentamos puede ayudar a mucha gente que no se siente valorada por lo que es o por lo que hace. Gente que está herida y frustrada porque nadie le da importancia, ni a ella, ni a sus cosas: nadie le valora y, mucho menos, le recompensa.

Frente a aquellos escribas a quienes “les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza…,” el Señor dice a sus discípulos que, cuando hagan limosna, cuando recen o cuando ayunen, no busquen la mirada complaciente de la gente sino la del Padre del Cielo, que está en lo escondido y el Padre que ve en lo escondido les recompensará (Mt 6,1-18).

Y San Pablo, escribiendo a los colosenses, se dirige a los esclavos cristianos: “Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres, sabiendo que recibiréis de Él en recompensa, la herencia. Servid a Cristo Señor” (Col 3,23-24).

Pocas cosas nos moverán más a la generosidad, a la entrega, al trabajo bien hecho como esta verdad.

Y de generosidad nos hablan también las demás lecturas de hoy: En la primera, contemplamos a otra viuda pobre, que se fía de la palabra del profeta Elías hasta tal punto, que le hace un panecillo con la última harina y el último aceite que le queda.

Pero el prototipo de generosidad es Jesucristo, el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza, que ha hecho de su vida una ofrenda “para quitar los pecados de todos” y ahora está ante el Padre intercediendo por nosotros (2ª Lect.).

Estos textos que comentamos hoy, pueden servirnos de preparación para celebrar el próximo domingo, el Día de la Iglesia Diocesana, en que se presentará el nuevo Plan Diocesano de Pastoral para los próximos cinco años.

¡Que sea una Jornada provechosa para todos!

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

Vía Lucís en Arafo

Hoy, 19 de abril, con la misma alegría que se siente en la mañana de Resurrección, un grupo del movimiento Vida Ascendente de El Asiprestajo...