FIN DE CURSO EN LA GOMERA


Los grupos de San Sebastian y de la Lomada, se unieron para celebrar el fin de curso. Una pequeña y reflexiva meditación preparó el encuentro con mesa y mantel, dónde se compartió un rato de vivencias de lo que había sido este año tratando de conocer y seguir al Señor. 

Todos los testimonios dados fueron positivos, dando las gracias siempre a Dios porque, a nuestra edad se vive muy agradecidos por pertenecer a la comunidad y por poder vivir la vida compartiendo la amistad, y todo lo que somos y hacemos con los demás.







NUEVO PRESIDENTE NACIONAL DE VIDA ASCENDENTE


ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 13º del T. Ordinario C


La segunda parte del Evangelio de S. Lucas, que comenzamos hoy, está estructurada como un camino hacia Jerusalén. El libro de los Hechos de los Apóstoles, escrito también por San Lucas, se estructura al revés: de Jerusalén a toda Judea, a Samaría y hasta los confines de la tierra, como había dicho el Señor (Hch 1, 8).

Domingo tras domingo, iremos contemplando los “hechos y dichos” de Jesús, en medio de este caminar hacia la Ciudad Santa.

Y el seguimiento de Cristo se va planteando en este contexto.

Nosotros no conocemos con exactitud la naturaleza de las exigencias concretas de Cristo, que contemplamos en el Evangelio de hoy. Algunos dicen, por ejemplo, que “enterrar al padre” puede significar cuidarle hasta que muera, para seguir después al Señor. No lo sabemos.

Lo cierto es que estas exigencias están situadas en medio del caminar hacia Jerusalén, y, por tanto, se necesita una respuesta rápida y radical. Y además, de esta manera, se quiere subrayar que el Reino de Dios está por encima de todo, también de los deberes familiares y personales.

Pero usar la fuerza, la violencia, la venganza, aunque sea del cielo, como quieren los hijos de Zebedeo, no entra en los planes de Dios. Por eso Jesús les regaña y se marchan a otra aldea.

Nosotros tenemos que seguir a Jesucristo con la libertad recta y madura, que nos enseña Pablo en la segunda lectura.

En otro contexto, se sitúa la lectura del libro de los Reyes: Elías llama a Eliseo a un seguimiento radical, pero le da ocasión de despedirse de su familia y resolver sus asuntos más urgentes, antes de seguirle. ¡Circunstancias distintas!

A nosotros puede sorprendernos todo esto, porque no estamos acostumbrados a poner a Jesucristo y a su Reino en el lugar que le corresponde. Si somos sinceros, cuántas veces lo dejamos para el último lugar. Primero nosotros, nuestras cosas, nuestros intereses, y después, si es posible, si hay tiempo, si queda algo…, Cristo y su Reino.

También debemos retener aquellas palabras del Señor: “El que echa la mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios”.

Decía el domingo pasado, que Jesús habla de su seguimiento con toda claridad, para que no haya engaños. Por eso, cuando le dice aquel “te seguiré adonde vayas”, Jesús le advierte: “Las zorras tienen madriguera y los pájaros, nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”.

Más elaborada está la doctrina de S. Pablo que nos anima a un seguimiento de Cristo, viviendo según el Espíritu, y renunciando a los deseos de la carne.

Y nada más por hoy. Les deseo todo lo mejor a lo largo del camino hacia Jerusalén. Ojalá que, a cada paso, podamos repetir al Señor la expresión de aquel que le dice: “te seguiré adonde vayas”.

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

GRUPO DE LA LOMADA, LA GOMERA

En La Lomada, barrio de San Sebatian de la Gomera, Vida Ascendente se reunen y hacen planes para seguir reuniendoce todo el mes de julio; no quieren parar mucho, han descubierto lo que el grupo le ofrece, y encontrarse cada semana es un regalo.

CLAUSURA DEL CURSO EN VALLE GRAN REY

La diócesis no tiene centros y periferias desde la perspectiva eclesial. Cristo es el centro de la vida de la Iglesia, bien lo celebremos en la Laguna como en cualquier rincón diocesana. 
La comunidad parroquial de Valle Gran Rey, en La Gomera, ha clausura el curso del grupo de Vida Asfendente. Una celebración que tuvo a Cristo en su centro y "la amistad, la espiritualidad y el apostolado" de sus miembros como razón de ser.










ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 12º del T. Ordinario C


¡La vida y la actuación de Jesucristo despiertan numerosos interrogantes!

Por eso, cuando Jesús pregunta a sus discípulos qué dice la gente de Él, le contestan: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas”.

Después les pregunta: ¿y vosotros quién decís que soy yo?

Entonces “Pedro tomó la palabra y dijo: El Mesías de Dios”.

Era normal que les advirtiera que no podían decírselo a nadie, porque el Mesías era aquel personaje que esperaban con fuerte anhelo los judíos, aquel en quién tenían puestas todas sus ilusiones y esperanzas, porque iba a ser su liberador. Y ¡fuerte conmoción se hubiera originado si lo dicen por todas partes...! ¡Y no era éste el camino elegido por el Señor!

Lo que nadie podía admitir ni siquiera imaginar era que el Mesías tuviera que padecer y morir.

Aquel personaje glorioso que los judíos esperaban, como decía antes, ¿cómo iba a terminar en la muerte, como un fracasado, como un perdedor? ¡Imposible! ¡Inadmisible! Porque lo de resucitar, ellos no lo entendían.

Pero hay más, el que quiera seguirle, ser su discípulo, nada de primeros puestos y buena vida... Tiene que seguir el mismo camino: “que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo”.

¡Lógico que enseguida fuera la Transfiguración! (9, 28-36).

Ya la primera lectura de hoy anuncia llanto y luto en Jerusalén, porque el hijo único ha sido traspasado.

Estamos acostumbrados a ver que, cuando hay una campaña electoral, como ahora, y los candidatos presentan sus programas, señalan principalmente los puntos más atrayentes para los electores y tratan de ocultar o disimular los aspectos menos agradables. Jesús lo hace casi al revés: señala el verdadero programa de su seguimiento, con sus dificultades y sus inconvenientes. Más todavía, nos invita a pensarlo bien, como el que quiere construir una torre o dar la batalla a un enemigo (Lc 14, 28-32).

Y siempre será verdad lo que San Juan Pablo II escribía a jóvenes que se iban a reunir con él en Santiago: “el descubrimiento de Jesucristo es la aventura más importante de vuestra vida”.

¡Es ciertamente un don muy grande de Dios!

En la segunda lectura S. Pablo nos advierte que seguir a Jesucristo es estar incorporado a Él, haber sido revestido de Él, y ser partícipes de un mismo Cuerpo; por eso, “ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús”

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 11º del T. Ordinario C


Si algo constatamos con frecuencia en la Palabra de Dios, es que Él nos perdona siempre; que en el pecado, da lugar al arrepentimiento, y que nos llama constantemente a la conversión porque quiere perdonarnos.

¡Es el tema de este domingo!

La primera lectura nos presenta el pecado de David, su arrepentimiento ante el profeta Natán, y su perdón.

El Evangelio nos presenta cómo Cristo perdona a “la mujer pecadora” en casa de Simón el fariseo, que le ha invitado a comer.

De la segunda lectura extraemos la idea de que el perdón cristiano viene del Sacrificio Redentor de Cristo. Pablo concluye diciendo: “Si la justificación fuera efecto de la Ley, la muerte de Cristo sería inútil”.

El Evangelio nos presenta tres tipos de personas con relación a Jesucristo: Simón, el fariseo, la mujer pecadora, y los convidados.

Simón es el clásico fariseo orgulloso, que se siente justificado por cumplir la Ley, y desprecia a todo el que falla. Para él no cuenta la debilidad humana. ¡Si peca es porque quiere! Por eso no puede comprender la actitud de Jesús, que “acoge a los pecadores y come con ellos” (Lc 15, 1).

No sabemos cómo la mujer fue capaz de entrar en la casa y acercarse tanto al Señor.

Es una pecadora, objeto del desprecio de Simón y de los demás. A los pies de Cristo llora y derrama un perfume, que seca con su pelo.

En la parábola que Jesús propone a Simón, se pone al descubierto “el pecado del fariseo”, que consiste en su falta de amor. “Porque al que poco se le perdona poco ama”, mientras que a la mujer se le perdona mucho, porque tiene mucho amor.

Simón es la imagen del cristiano que dice que “no tiene pecados”, pero Cristo conoce el corazón de cada uno. Él no niega el pecado de la mujer. Sencillamente constata que ama mucho y por eso le dice: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.

Con su perdón, Jesucristo no humilla a la mujer. Al contrario, la ensalza, la dignifica, la libera de su postración, y la reintegra a la vida social y religiosa de Israel.

¿Y los convidados? Ellos, que están a la expectativa, se escandalizan de que Jesucristo pueda perdonar los pecados. No le reconocen como el Mesías, como el enviado de Dios. Nos recuerdan a tantos cristianos que dicen: “¿Y quién es el cura para decirle yo mis pecados? ¿No es un hombre como yo?”. Y se niegan a la reconciliación con Dios.

¡Demos gracias al Señor por su misericordia!

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 10º del T. Ordinario C


Cuando Pedro quiere resumir la vida de Jesucristo, dice que “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él” (Hch 10, 38).

Cuando nos acercamos al Evangelio, nos da la impresión de que donde está Jesús, no puede haber sufrimiento ni muerte ni mal alguno. ¡Él no soporta el mal! ¡Parece que no puede convivir con el sufrimiento! Con razón reconocemos en Él al Hijo de Dios que, al principio, creó el mundo, y, a cada paso, fue viendo que “todo era bueno”.

Esto es lo que constatamos en el Evangelio de este domingo: Jesús sigue recorriendo pueblos y ciudades, anunciando la Buena Noticia del Reino.

Al entrar en la ciudad de Naín, se encuentra con una caravana de sufrimiento y de muerte: sacan a enterrar al hijo único de una mujer que era viuda. Es el signo del mal, de la impotencia y de la desesperanza: ¿Qué sería de aquella mujer, sin marido y sin el único hijo que tenía?

Con razón lloraba. Tenía que llorar…

Y Jesús no puede ser insensible ante aquella realidad: “Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: no llores”.

Pero no se queda en un sentimiento de pesar parecido al del gentío que la acompañaba. Él puede hacer algo más. Y lo hace: por eso, se acercó al ataúd y dijo: “Muchacho a ti te lo digo, ¡levántate!”. ¡Y así sucede!

Era normal que la gente, sobrecogida, aclamara la grandeza y la misericordia de Dios.

Mis queridos amigos y amigas: ¡El que sigue a Jesucristo ha de compartir sus mismos sentimientos y ha de pasar por la vida haciendo el bien y luchando contra el mal! ¡No podemos ser insensibles al sufrimiento de los demás! No podemos acostumbrarnos “a ver a la gente sufrir”. “Que el corazón no se me quede desentendidamente frío”, rezamos en la Liturgia de las Horas. El mal tiene que dolernos y molestarnos como a Jesús. Y como Él tenemos que decir al que sufre: “No llores”. Y al que yace caído, ¡levántate!

Ya Jesús nos advirtió que el que creyera en Él, haría los signos que Él hacía y aún mayores (Jn 14, 12).

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

Encuentro de Cuaresma de Vida Ascendente

Hoy emos participado en el Vía Crucis en esta última semana de cuaresma, El movimiento Vida Ascendente unida en contemplación y participació...