ENCUENTRO NACIONAL DE PRESIDENTES DE VIDA ASCENDENTE




La formación en Vida Ascendente. Encuentro Marzo 2017


      LA FORMACIÓN EN VIDA ASCENDENTE   1 
INTRODUCCIÓN   2
Nos encontramos inmersos, desde los dos últimos Plenos, en un proceso de renovación y rejuvenecimiento del Movimiento. Este proceso afecta no sólo a los responsables en los distintos niveles, sino  a todos los miembros; no sólo al cómo (a las formas, a la metodologíay estructuras), sino al qué (al fondo, a la esencia; a lo que puso en marcha el movimiento en sus primeros momentos y que sigue vigente).
El papa Francisco sigue urgiéndonos a la alegría de evangelizar. En el hoy de nuestro mundo y de nuestra historia Vida Ascendente quiere vivir en clave de renovación y de expansión, de salida a las "periferias", para llevar a todos el mensaje del Evangelio. No podemos aplaudir las intervenciones del Papa, unirnos a sus deseos, sin cambiar nada en nuestras vidas, ni en nuestro Movimiento.     
3   Para una buena formación no son suficientes la buena intención ni los deseos. Hay que acompañar todo esto con medios y acciones que los conviertan en realidades fecundas. Hay que poner acordes deseos y comportamientos, intención y acción para que la formación sea eficaz y haga bien a quien la recibe y a quien la imparte. 
La formación que nos proponemos apunta hacia un Movimiento en renovación y expansión. Pasar del "dicho al hecho", romper inercias y rutinas, no es fácil. Pero no podemos caer en la tentación de quedarnos en "lo seguro", de movernos en lo que sabemos hacer, en terreno conocido. Se necesita un cambio de mentalidad que conlleva nuevas actitudes, nuevos planteamientos y nuevos compromisos. Es necesario coordinar esfuerzos, unificar criterios de actuación, clarificar situaciones, dar respuesta a los retos y problemas.

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR: Juan Manuel Perez Piñero. (31 de marzo de 2017) DOMINGO 5º DE CUARESMA A

¡Cuánto nos preocupamos y afanamos por la vida! Y tiene que ser así, porque la vida es lo más valioso que tenemos. Se suele decir, incluso, que “mientras hay vida, hay esperanza”. Y la aspiración más importante de nuestro corazón es vivir… Y no cualquier tipo de vida, sino vivir bien, vivir a tope; con “calidad de vida”, como dicen los médicos, y alejar lo más posible el “fantasma de la muerte”.
 
Este domingo de Cuaresma nos presenta a Jesucristo como el “Amigo de la vida”, el “Dueño de la vida y de la muerte”. Tanto Marta como María le dicen: “Si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano”.
 
Resucitando a Lázaro, cuando llevaba ya cuatro días enterrado, Jesucristo manifiesta que Él es “la Resurrección y la Vida”.
 
En medio del tiempo de Cuaresma, se nos presenta este domingo a Jesucristo como aquél que “hoy extiende su compasión a todos los hombres y, por medio de sus sacramentos, los restaura a una vida nueva”. (Prefacio) En efecto, veníamos diciendo que estos domingos de Cuaresma nos presentan tres temas en relación con el Bautismo: El agua, la luz y la vida. Hoy llegamos al tercero, “la vida”.
 
¿Y de qué vida se trata? De la vida de Dios en nosotros. ¡Y se nos comunica en el Bautismo! Es decir, en el momento del Bautismo, Dios, por su infinita misericordia, infunde en nuestro interior, una participación creada de su ser, de su vida, de su naturaleza, y quedamos convertidos en “miembros de la familia de Dios”. (Ef 2,19). ¡Sí, algo divino pasa a nosotros! ¡Y eso es asombroso!
 
Y si tenemos la vida de Dios en nosotros, no podemos ignorarla ni olvidarla, de modo que se pierda o se quede raquítica y sin desarrollo. De ahí la gravedad de los padres y padrinos que no cumplen sus compromisos bautismales.
 
¡Cuánto nos preocupamos de la vida humana que, en verdad, es grande y maravillosa, pero que, sin embargo, un día, más temprano que tarde, tendremos que dejar! ¿Y de la vida divina que recibimos en el Bautismo? ¿No es verdad que, con frecuencia, nos despistamos un poco? Como no se siente, ni duele, ni se queja, la dejamos abandonada, y parece que no pasa nada. Pero esta vida, como participación creada que es de la naturaleza divina, también se puede perder por el pecado grave, que por eso, se llama mortal.
 
Y si se pierde, podemos recuperarla por el Sacramento de la Reconciliación o Penitencia, que es como un “Segundo Bautismo” y, por eso mismo, es algo muy propio del Tiempo de Cuaresma. “Porque es propio de la festividad pascual -decía San León Magno- que toda la Iglesia goce del perdón de los pecados, no sólo aquellos que nacen en el sagrado Bautismo, sino también aquellos que, desde hace tiempo, se cuentan ya en el número de los hijos adoptivos”. (Serm. 6º Cuar.)
 
Este domingo 5º de Cuaresma, a la luz de la resurrección de Lázaro, y junto a la Cruz del Señor, el “Árbol de la Vida”, se nos presentan unos interrogantes muy importantes: ¿Te interesa la vida sobrenatural que Dios te ha dado? ¿Te interesa seguir a Jesucristo, el Dios de la Vida, la Resurrección y la Vida? ¿Te interesa el Bautismo, que recibiste, recién nacido? ¿Estás dispuesto a seguir cuidando, conservando, desarrollando, recuperando, incluso, esa vida? ¿Serás capaz de renovar tu Bautismo, en la Noche Santa de la Pascua, como si te bautizaras de nuevo esa noche, y comenzaras de nuevo a tener la vida de Dios en ti?
 
¡Cuántas gracias hemos de darle al Señor por su bondad y su misericordia!
 
¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 4º de Cuaresma A


En la curación del ciego de nacimiento, que nos presenta el Evangelio de hoy, es Jesús el que toma la iniciativa. Él es el que se acerca a aquel hombre, le unta los ojos y lo manda a lavarse en la piscina de Siloé… ¡Y recobra la vista!

Según el pensamiento de San Juan, si Jesucristo le abre los ojos de aquel ciego, es para manifestar que Él es “la Luz del mundo”. El mismo Jesús dice: “Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”. Es éste el “Domingo de la luz”.

La segunda lectura nos dice en qué consiste esa luz: “Toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz”.

No podemos olvidar que Jesucristo abre a aquel ciego a la luz dos veces: La primera, cuando cura su ceguera física, y la segunda, cuando le abre los ojos a la fe: “¿Crees tú en el Hijo del Hombre?” “...Creo, Señor. Y se postró ante Él”.

La curación del ciego desata una lucha apasionada entre la luz y las tinieblas, que comprende todo el largo relato del Evangelio de hoy. Aquí se manifiesta el ciego curado con una lucidez y una valentía admirables.

Pero no quiero pasar por alto que aquella ceguera no era castigo del pecado de aquel hombre ni de sus padres, como creían los discípulos, influidos por la mentalidad de la época, “sino para que se manifiesten en él las obras de Dios”. Y la obra de Dios es, fundamentalmente, la salvación, “la iluminación” del mundo entero, que realiza Jesús con su Muerte y Resurrección. Es lo que celebramos en el Triduo Pascual, que se acerca.

Y, porque está cerca la Pascua, es éste, desde antiguo, el “Domingo Laetare” el “Domingo de la alegría”, dentro del espíritu austero de la Cuaresma.

La acción maravillosa de aquella curación, la resume el prefacio de la Misa, diciendo: “Que se hizo hombre (Jesucristo) para conducir al género humano, peregrino en tinieblas, al esplendor de la fe; y a los que nacieron esclavos del pecado, los hizo renacer por el Bautismo, transformándolos en hijos adoptivos”.

Aquí recordamos la importancia y trascendencia del pecado original: ¡Hemos nacido “ciegos!”. Muchos cristianos no le dan importancia a esta verdad de fe, o, incluso, la desprecian; pero si no hay pecado original, no hace falta la Redención; si no hay tinieblas, no hace falta la luz. Y, por el Bautismo, pasamos de las tinieblas del pecado (original y personal, si lo hubiera) a la luz de la gracia, de la vida de Dios, que brota, como de un torrente, de la Pascua. Por eso llamamos al Bautismo el Sacramento de “nuestra iluminación”. Y por eso, decía el Apóstol: “En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz”. (2ª lect.).

De acuerdo con la Palabra de Dios, tendríamos hoy que preguntarnos muchas cosas: Si reconocemos a Jesucristo como Luz del mundo; si nos interesa el Bautismo que recibimos recién nacidos; si estamos dispuestos a renovarlo, de verdad e intensamente, la Noche Santa de la Pascua; si queremos vivir como hijos de la luz; si queremos ser testigos de la luz con palabras y obras, en todas partes y hasta el fin.

Y ya sabemos que la mejor forma de renovar el Bautismo, es recibir el Sacramento de la Reconciliación o de la Penitencia, que es también “Sacramento de iluminación”, de paz y de alegría.

La conversión que se nos exige este domingo consiste en ser luz, ser más luz, ser, como el ciego curado, testigos de la luz, con palabras y obras.

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 2º de Cuaresma A


Después de que el hombre y la mujer fueron arrojados del Paraíso, la vida del hombre es una lucha, a veces desesperada, por alcanzar la felicidad perdida.

Lo fundamental es descubrir el camino por donde se puede encontrar… ¡Y son tantos los que no lo encuentran! Por supuesto, que, enseguida, se descarta el camino que nos ha señalado el Señor, “el camino del Evangelio”. Y, en realidad y, a primera vista, parece que es todo lo contrario a un camino de dicha y alegría.

De ahí la importancia del mensaje de este domingo. El prefacio de la Misa lo resume y lo expresa de un modo precioso: (Jesucristo) “después de anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria, para testimoniar, de acuerdo con la Ley y los Profetas, que la Pasión es el camino de la Resurrección”.

Los discípulos, imbuidos de la mentalidad de un Mesías-Rey, no podían entender que Jesucristo tuviera que padecer: Ser detenido, despreciado, condenado, y morir en una cruz. Y era lógico. Si esperaban del Mesías la liberación y el Reino, ¿cómo iban a comprender y a aceptar que todo terminara en un fracaso, en una cruz, en nada? Porque lo de resucitar, ellos no lo entendían.

Por eso Jesús les lleva a lo alto de una montaña y se transfigura, es decir, les concede vislumbrar la grandeza divina, que ocultaba su Humanidad, y les hace esta gran revelación: “Que la pasión es el camino de la resurrección”, es decir, que aquellos sufrimientos y la misma muerte, que les había anunciado, no iban a ser el fin de todo. Sólo serían camino, paso, pascua.

Y allí aparecieron Moisés y Elías como testigos de que todo eso estaba anunciado en la Ley (Moisés), y en los Profetas (Elías), es decir, en todo el Antiguo Testamento. Por eso Jesús la tarde de la Resurrección, les reprocha a los discípulos de Emaús: "¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria? Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a Él en todas las Escrituras” (Lc 24,26-28).

Cristo, por tanto, siguiendo el camino del sufrimiento y de la cruz, alcanza su perfecta glorificación como hombre y la salvación del mundo entero. Jamás nadie ha extraído del mal un bien más grande. Y esto es un reto para nosotros, llamados a convertir el sufrimiento en bien (Rom 8, 28).

Y a seguir este camino nos invita Él, cuando dice: “El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mc 8, 34).

Y el Padre, desde la nube, nos urge a aceptarle, acogerle y seguirle: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle”.

Y este ha sido siempre el camino de todo verdadero creyente, como contemplamos este domingo, en Abrahán y en Pablo.

¡He ahí el camino! ¡Lo hemos encontrado! ¡Nos lo ha revelado el Señor en la Montaña de la Transfiguración! ¡Por aquí se llega a la alegría desbordante de la Pascua, que es temporal y eterna, a la dicha sin fin…! ¡Este es el camino de la verdadera felicidad!

¿Y por qué todos los años, en el segundo domingo de Cuaresma, se nos presenta el Misterio de la Transfiguración?

Porque el camino de la verdadera Cuaresma es difícil; y puede venir el desánimo y podemos entrar en crisis como los discípulos. Y entonces necesitamos, como ellos, la experiencia del Tabor, que prefigura la vida del Cielo, donde estaremos, por toda la eternidad, repitiendo lo que Pedro balbucía en lo alto de la Montaña: “Señor, ¡qué hermoso es estar aquí!”.

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

Encuentro de Cuaresma de Vida Ascendente

Hoy emos participado en el Vía Crucis en esta última semana de cuaresma, El movimiento Vida Ascendente unida en contemplación y participació...