SALUDO DE ROSA, REPRESENTANTE INTERDIOCESANA EN MADRID Y VICEPRESIDENTA EN NUESTRA DIOCESIS

Después de unas vacaciones merecidas para todas /os  hemos vuelto al trabajo llenos de mucha ilusión, compromiso , esperanza y alegria, con muchas ganas de trabajar y de comenzar el nuevo curso. He estado en Madrid  unos días  donde ha  habido reunión de las Coordinadoras  Interdiocesanas con nuestro presidente general D. Álvaro Medina  para la programación del nuevo curso  de Vida Ascendente. Pronto lo tendremos con nosotros en la diocesis visitándonos. Lo importante es mantener el espíritu de querer servir. Servir a Dios por medio de la ayuda a las personas, porque cada persona es un ser creado por el Amor y en este Amor somos todos iguales y hermanos. 

Feliz comienzo de curso para todos /os .    Un  fuerte abrazo.      

Coordinadora Interdiocesana  
Rosa De Castro.



GRUPO DE BAJAMAR

Bajamar comienza el curso con caras nuevas y nuevas ilusiones: conocer este año la celebracion de la Eucaristia con el nuevo guión que se nos presenta. La finalidad es celebrar mejor y vompartir la amistad, la espiritualidad y el apostolado.


GRUPO DEL BARRIO DE LA SALUD

Una visita al grupo del Barrio la Salud e ingnagurando el comienzo de curso: un rato agradable con los testonios de lo que ha sido el vivir este año, con sus miembros, y la amistad en primer lugar... La fe, el apostolado y a seguir...

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 25º del T. Ordinario A


A primera vista, nos da la impresión de que aquellos jornaleros que protestaban, tenían razón. No parece justo que el dueño de la viña trate por igual a todos los obreros: a los que han trabajado de sol a sol y a los que han llegado al caer la tarde. Ni siquiera que comience a pagar a los últimos antes que a los primeros. Por eso es fundamental la aclaración del amo: “amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete”.

Me parece que esta parábola es fundamental para “entender” el corazón de Dios, el Padre del Cielo, que Jesús nos manifiesta con sus palabras y sus obras.

Con frecuencia hago alusión a las enseñanzas de San Juan Pablo II, sobre la necesidad de introducir el perdón y la misericordia en la vida de la sociedad y de la Iglesia, constituidas por seres humanos, débiles, frágiles, sujetos al desorden moral, al pecado. Hoy nos damos cuenta de que esa ha sido siempre la forma de actuar de Dios. Y, en Jesucristo, alcanzará su punto culminante. Eso no podían entenderlo los fariseos y los escribas, estrictos cumplidores de la Ley de Moisés; -por lo menos así se presentaban ellos- , que pensaban que la justificación era fruto de la Ley. Por eso ellos no podían entender el perdón y la misericordia, que anunciaba Jesucristo. Y también, por eso, no pudieron comprender nunca que Jesús anduviera con los pecadores y comiera con ellos. (Lc 15,2). Él les podía brindar la oportunidad de trabajar en su Viña, aunque fuera ya tarde. Y así llega la hora de Zaqueo (Lc 19,1-10) de la pecadora de la casa de Simón, el fariseo, (Lc 7,36-50), de la samaritana (Jn 4,5-42) y de tantos otros. Hasta la hora del buen ladrón, ya bien atardecido, al que le dice desde la Cruz: “Te lo aseguro: Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. (Lc 23,43).

Nosotros hemos tenido la inmensa fortuna de haber encontrado, en el camino de nuestra existencia, a un Dios que es así. San Pablo nos dejará bien claro que la gracia de la justificación “no se debe a vosotros sino que es un don de Dios, ni se debe a las obras, para que nadie pueda presumir”. (Ef 2,8-9). Además la paga del Amo de la Viña es siempre desproporcionada a nuestros méritos. ¿No nos promete el Señor el ciento por uno y la vida eterna? (Mt 19,29). Hay un himno en la Liturgia de las Horas en el que le decimos al Señor: “Al romper el día, nos apalabraste; cuidamos tu Viña del alba a la tarde. Ahora que nos pagas, nos lo das de balde, que a jornal de gloria no hay trabajo grande". (Vísp. Lun. I)

En estos domingos en que estamos reflexionando sobre las enseñanzas de Jesucristo acerca de la vida en comunidad, qué importante es, a la luz de esta parábola preciosa, que nuestro corazón se parezca al corazón de Dios, para que sepamos acoger, con un inmenso cariño y comprensión, a los que llegan tarde a trabajar en la Viña; para que nunca caigamos en la tentación de “recordarle” a éste o a aquella que, en su día, llegó tarde; para que tengamos la convicción firme de que el Amo está dispuesto siempre a acogernos en su Viña, a cualquier hora, incluso, en el atardecer del día, de la vida.

Y ahora que estamos comenzando un nuevo curso, también en la comunidad cristiana, me parece que el Señor, como en la parábola, anda por las calles de nuestros pueblos y ciudades, diciendo a los que encuentra parados: “Id también vosotros a mi Viña y os pagaré lo debido”. Y cada cual tendrá que responder a esta invitación personal, que nos hace el Señor, a través de mil formas, y descubrir cuál es el puesto de trabajo que nos tiene asignado en su Viña. Porque hay mucho que hacer, y no podemos ser de aquellos que se pasan “el día entero sin trabajar”.

La Eucaristía del domingo, o de cada día, es la Mesa de la comunidad cristiana, donde el Amo de la Viña reúne a sus jornaleros, para que sea posible el trabajo y la vida.

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

NUEVO CURSO PASTORAL, NUEVOS PROTECTOS

La Comisión Diocesana de Vida Ascendente se reúne hoy para programar el nuevo curso pastoral, especialmente la jornada de apertura con la venida del Presidente Nacional qué tendrá un encuentro con todo el movimiento.
 
Iremos informando.

Nos toca "Acompañar y Fructificar" en sintonía con la Misión Diocesana.

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 24º del T. Ordinario A


A Pedro le costaba perdonar como a nosotros, y sabía que los rabinos enseñaban que hay obligación de perdonar hasta cuatro veces. Y es posible que pensara que si él proponía siete, es decir, muchas, llegaría a un “entendimiento” con el Maestro, y podría quedarse tranquilo. Es lo que llamaríamos hoy “un pacto ético”.

Pero el Señor le responde que no, que hay que perdonar siempre. Que al que no perdona, le va a tocar la suerte del empleado de la parábola. Y, además, que no hay que perdonar por ningún “pacto ético”, sino que el perdón es algo que debe salir, casi espontáneo, de un corazón, que ha sido perdonado muchas veces y de las más diversas cosas.

En efecto, el rey de la Parábola había perdonado a aquel empleado 10.000 talentos, una cantidad muy grande, enorme; equivalía a 60 millones de denarios. Y un denario era lo que ganaba un obrero trabajando un día, de sol a sol. El compañero le debía al empleado 100 denarios. Y era una cantidad un tanto respetable, porque hacían falta 100 días de trabajo para ganarlos. Pero ¿qué era eso comparado con los 60 millones?

De este modo el Señor presenta el hecho de no perdonar al hermano, como algo completamente absurdo; es lo que le dice el rey al empleado: “¡Siervo malvado! Toda aquella cantidad te la perdoné porque me lo pediste ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero como yo tuve compasión de ti?”

Y concluye la Parábola diciendo: “Lo mismo hará con vosotros mi Padre del Cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.

No basta, pues, con perdonar. ¡Hay que perdonar de corazón!

El perdón no puede ser algo “estratégico”, algo que tengo que hacer si quiero conseguir el perdón de Dios. No. No es así, porque no se trata de hacer “un simulacro” de perdón. El Señor dice que hay que perdonar “de corazón”.

Pero, en la actualidad, esta Parábola está en crisis, porque la mayoría de la gente dice que no tiene pecados. Por tanto, es gente que no se siente perdonada, que no se siente en deuda con el Señor. ¡Es terrible, pero es así!

En un primer momento, da la impresión de que la Parábola no vale para ellos. En efecto, si yo no he sido perdonado, no me vale la argumentación de la Parábola. Lo más que podríamos decir es que Dios estaría dispuesto a perdonarnos todo y siempre; y, por tanto, de algún modo, quedaríamos dentro de su espíritu.

Por otro lado, El Papa San Juan Pablo II nos dijo, en algunas ocasiones, que la justicia no basta, por sí sola, para regular la vida social. Que hace falta introducir la misericordia y el perdón, como formas más perfectas de justicia. (D. in M. 12).

Por poco que reflexionemos, comprendemos enseguida lo importante que es la misericordia y el perdón en la convivencia de los seres humanos, que, estamos llenos de faltas y limitaciones, y que, en definitiva, no siempre hacemos lo que realmente queremos. (Rom 7, 15-25).

En las enseñanzas sobre la vida de la comunidad cristiana, que escuchamos estos domingos, es lógico, por tanto, que S. Mateo haya querido introducir estas enseñanzas del Señor sobre el perdón, como una exigencia necesaria para la buena marcha de la comunidad cristiana. ¡Sin perdón y sin misericordia, fracasa toda institución humana!

¿Quién no descubre aquí la necesidad de una luz y de una fuerza superiores, para poder realizar todo esto, para poder vivir así?

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ​ LA FIESTA DEL STMO. CRISTO DE LA LAGUNA

¡La Exaltación de la Santa Cruz! ¡Es la fiesta del 14 de Septiembre!

Pero, ¿cómo podemos exaltar una cruz?

S. Pablo nos dice que “Cristo por nosotros se hizo un maldito,porque está escrito: “maldito el que cuelga de un madero”. (Gál 3, 13).

¡He ahí la cruz, signo de muerte, de vergüenza y de afrenta, exaltada!

Pero ¿por qué? Veamos:

Está escrito: “Para los que aman a Dios todo les sirve para el bien”. (Rom 8, 28). Del sufrimiento, del mal, y de la misma muerte,puede extraerse siempre algún bien, incluso mucho bien. Ya dice el refrán: “No hay mal que por bien no venga”. Por eso en la hora del sufrimiento, tendríamos que preguntarnos: ¿y qué bien querrá el Señor que yo saque de este mal?

¡Jesucristo es el cumplimiento de la Palabra escrita! ¡Nadie como Él ha sabido sacar bien del mal!

“¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo”!, gritaban los judíos en el Pretorio(Lc 23, 21). Desde entonces el Señor es “el Crucificado” por excelencia. Por su Pasión y su Muerte, terrible e ignominiosa, y por su Resurrección gloriosa, obtiene para todo el mundo los bienes de la salvación. Salvación que significa liberación del pecado y del mal y sobreabundancia de bienes, porque de la Cruz del Señor ha surgido un torrente de vida, de dicha y de felicitad para todos, en el tiempo y en la eternidad, y que es anuncio de liberación integral para todo hombre oprimido por cualquier tipo de mal. ¡Y que alcanzará su plenitud en el Reino glorioso!

¡Desde aquel día la cruz cambió de significado! En efecto, después de la muerte de Cristo, no se abolió la crucifixión, pero lacruz quedó ya herida de muerte, porque la misma cruz había cambiado de sentido. ¡Ahora es la Santa Cruz! En ella contemplamos, como decía antes, la fuente de la vida, de la salvación y de la dicha verdadera; la raíz y el fundamento de toda esperanza; el estímulo, el aguijón del amor que se entrega.

Por eso se han hecho cantos, himnos, poemas, a la “Santa Cruz”. La segunda lectura de hoy puede considerarse un canto al misterio de humillación y exaltación de Cristo en la Cruz. 

¡Por todo ello, se exalta la Cruz! Es la fiesta que celebramoshoy. 

Y a la luz de esta fiesta, se celebran en toda la Isla de Tenerife, las llamadas fiestas de “los Cristos”, comenzando por la del Santísimo Cristo de La Laguna.

La Exaltación de la Cruz es una fiesta muy antigua. Su luz bienhechora ha cruzado, radiante, toda la historia de la Cristiandad. Está vinculada a la Dedicación en Jerusalén de dos basílicas: la del Gólgota y la de la Resurrección. Era, en efecto, el 13 de Septiembre del año 335. Al día siguiente, es decir, el día 14, se exponía a la veneración de los fieles “la verdadera Cruz del Señor”, que habíasido encontrada por Santa Elena, la madre del Emperador Constantino, un 14 de Septiembre. ¡Era la exaltación de la Santa Cruz! ¡Nacía así, una nueva fiesta cristiana!

Cantemos, pues, al árbol de la Cruz, en el que Cristo, el Señor,no cesa de señalarnos dónde se encuentran las fuentes de la salvación y de la verdadera vida: ¡Salve, Cruz! ¡Esperanza de un mundo sediento y atormentado por tantas cruces, que aún persisten!¡En ti contemplamos y exaltamos el origen y el fundamento de nuestra salvación, de nuestra libertad y de nuestra victoria!

Es el misterio del amor del Padre, del que Jesús le habla a Nicodemo en el Evangelio de hoy.

Y en el salmo se nos invita a no olvidar “las acciones del Señor”.



¡FELICES FIESTAS DEL CRISTO!




ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 23º del T. Ordinario A



A primera vista, puede sorprendernos el mensaje de la Palabra de Dios de este domingo: "Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano".

Estamos en una época de mucho individualismo, que hace que, incluso, en la vida cristiana, se pretenda ir por libre, sin ninguna relación con los demás. Esto hace también que mucha gente se sienta autónoma en su vida moral; inaccesible a una pequeña corrección u observación. Y si ésta se produce, no es raro que se reaccione desde un espíritu orgulloso y herido. Y en la vida de cada día, qué difícil se hace hoy hacer una corrección. Eso se le permite sólo al jefe, porque es el que paga, y el que puede echarnos del trabajo.

Sin embargo, la vida cristiana no es así. Es vida de familia, de comunidad, una vida de hermanos, que se ayudan mutuamente a seguir a Jesucristo, a amar a los demás, y a avanzar por el camino de la perfección cristiana, de la santidad. Por eso, quedan lejos del espíritu cristiano expresiones como éstas: “No te metas en mi vida”. “Y ¿quién eres tú para llamarme la atención?” “¿Por qué no te metes en tus cosas?”.

Este domingo comienzan, en el Evangelio de S. Mateo, unas enseñanzas del Señor sobre la vida de la comunidad cristiana. Vamos a escucharlas durante algunos domingos.

ECOS DEL DÍA DEL SEÑOR. Domingo 22º del T. Ordinario A

Pensar como los hombres! ¡Pensar como Dios! 

La diferencia es muy grande, a veces, radical, total.

En el Evangelio de este domingo, contemplamos como Jesucristo le dice a Pedro: “Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios”.

Son, tal vez, las palabras más fuertes, más duras, que salen de los labios del Señor. 

¡Qué diferencia tan grande con lo que escuchábamos el domingo pasado!: “Dichoso tú Simón…” Eso te lo ha revelado “mi Padre que está en el Cielo…” Y también: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia…”

¿Qué ha pasado?

Está claro. Jesucristo alaba y felicita a Pedro cuando piensa como Dios, y le corrige cuando su pensamiento se desvía, y piensa como los hombres.

¿Pero quién podía aceptar, ni siquiera imaginar, en todo Israel, que el Mesías tuviera que padecer? En general, pensaban en un Mesías vencedor, ¡un Mesías Rey! Si él era el libertador que tenía que venir, ¿cómo iba a terminar humillado, vencido, y, sobre todo,condenado en una cruz? ¡Ellos no entendían nada! Por eso Jesús tendrá que llevar enseguidaa los tres predilectos a una montaña alta, para transfigurarse y enseñarles “que, de acuerdo con la Ley y los Profetas (Moisés y Elías), la Pasión, no es el final, el término de todo, sino el camino de la Resurrección”.(Lc 9, 30). Y este acontecimiento dejará en sus corazones una huella profunda. (1 Pe 1, 16-18).

Las palabras de Pedro hacen que Jesús se sienta tentado: “Me haces tropezar…”También a Él le gusta más el otro camino, pero reacciona con energía, como siempre que se pone en cuestión la voluntad del Padre.

Algo parecido le sucede al profeta Jeremías (1ª Lect.). Tampoco a él le gusta la manera de ser profeta, que le ha tocado, y piensa como los hombres; y decide dejarlo todo.¡Pero no puede! La Palabra de Dios no se lo permite, no le deja tranquilo… Y tiene que pensar como Dios, y seguir adelante.

La cuestión que se nos plantea a todos este domingo, es, pues, muy clara: ¿Tú piensas como los hombres, o piensas como Dios? 

Y pensar como Dios supone para cada uno negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a Jesucristo. ¡Es lo que nos dice a continuación el Evangelio de hoy!

Entonces, ¿qué hacer?

S. Pablo, en la segunda lectura, nos da la respuesta: “Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es lavoluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto”. Y eso exige conversión, abrirse a la conversión. Nos dicen que la “metanoia”, la conversión bíblica, supone, en primer lugar, un cambio de mente, de manera de pensar y, después, un cambio de conducta. ¡Y eso no se consigue solamente con el esfuerzo humano, sino que, además, es don de Dios! Por eso, La Sagrada Escritura nos enseña a decir: “Conviértenos, Señor y nos convertiremos a ti” (Lam 5, 21).

El trato con Dios, la meditación de su Palabra, la participación en la Eucaristía, el testimonio de los santos…, irá transformando nuestra mente y nuestro corazón hasta llegar a “pensar como Dios”. Hasta que podamos decir como S. Pablo: “Y nosotros tenemos la mente (el pensamiento) de Cristo”. (1 Co, 2, 16).

¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

Vía Lucís en Arafo

Hoy, 19 de abril, con la misma alegría que se siente en la mañana de Resurrección, un grupo del movimiento Vida Ascendente de El Asiprestajo...